languidecen cuando sus amos no están
y brillan de alegría en su presencia.
Dejé de ir por unos días,
dándome el tiempo para planear y pensar.
Lo sentí triste y abatido.
No obstante, me sorprendieron
los naranjos acomodándose bien al clima
tan variable de esta ciudad.
Iré despacio hasta encontrarle el sentido,
darle la autenticidad que me identifica
y someterme a lo posible por cumplir.
Por ahora, unas fotos que me permití tomar.
Yvette Ruben
Se va notando tu presencia, el jardín lo nota.
ResponderEliminar