domingo, 27 de octubre de 2019

Él

Cuando lo vi bajando de la montaña
por el camino empedrado,
me vestí de flores perfumadas
y salí a esperarlo.
Pasó de frente y no me vio,
iba enganchado a su ausencia.
En ese instante,
comprendí que no me amaba.
Me desnudé las flores
y el perfume permaneció en mi piel.
Cuando las observo en el jardín,
viene a mi mente su imagen
y me doy cuenta que nunca
estuvo presente.
Yvette Ruben
El jardín de la felicidad

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